La calle al rojo vivo
Esta es la gente: urbana pluralidad, carne de pueblo. Hay quien acarrea la literatura de su vida en la espalda y le pone ruedas al pasado para no morir de melancolía. Quien vuela de pura prisa en las plazas laborables, con los labios rojos de las siete de la mañana, porque los autobuses son pequeños trenes que perder donde la vida cambia cada ocho minutos.
Creemos encerrar algún misterio cuando somos rojos y transparentes. Nos necesitamos, rojísimos, los unos a los unos. Llevamos la sangre por fuera.
Ivan Onia, poeta
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Ivan Onia, poeta